Mientras el fresco “The Making of a Fresco”, ejecutado por el mexicano en 1931 tiene un destino incierto después de la declaración de bancarrota del instituto que lo aloja, la obra “Unidad Panamericana” tendrá por fin un espacio de reivindicación después de siete décadas de peripecias; se trata de la primera y la última obras que el muralista hizo en Estados Unidos.
Opuesto es el destino próximo de dos murales que Diego Rivera, uno de los pilares de la Escuela Mexicana de Pintura, realizó durante su paso para nada desapercibido por Estados Unidos, particularmente los realizados en San Francisco entre 1930 y 1940.
Los murales en cuestión son “The Making of a Fresco, Showing the Building of a City” (La creación de un fresco, en español), que Rivera concretó en 1931 en el Instituto de Arte de San Francisco (SFAI), hoy en día declarado en bancarrota, y del fresco “Unidad Panamericana”, terminado en 1940 ante la vista del público, no sin sendas polémicas, durante la Exposición Internacional Golden Gate, que tuvo lugar en Treasure Island, una isla artificial en la Bahía de San Francisco. Ambos son la primera y la última obra que Rivera ejecutó en territorio estadounidense.
A la venta junto o separado
Aunque está alojada en una de las instituciones culturales más longevas del país vecino, la sede del Instituto de Arte de San Francisco (SFAI), el destino de la primera de las obras mencionadas, “The Making of a Fresco”, es hoy una incógnita.
El edificio fue puesto en ejecución hipotecaria a principios del presente año después de una declaración en bancarrota en abril de 2023 por parte del SFAI y de un par de intentos fallidos de compra, uno de ellos por parte de la Universidad de San Francisco en 2022.
Las cosas no han ido bien para la institución educativa desde hace ya varios años, misma que en julio del año pasado anunció que la generación de alumnos entonces recién egresada sería la última en tener en sus diplomas al SFAI como su alma mater porque seguir sosteniendo el plan educativo ya era inviable financieramente.
Ahora mismo, de acuerdo con el medio local The San Francisco Standard, aunque se desconoce el precio oficial de la propiedad, los activos podrían rondar los 65 millones de dólares, mientras que solamente el costo del mural de Rivera se estima en unos 50 millones. Y éste ahora mismo podría venderse junto con el inmueble o bien por separado, dado que fue ejecutado por el artista para ser removible del sitio que, por cierto, lleva por nombre Galería Diego Rivera.
Por fortuna para esta obra de uno de los muralistas más reconocidos en el mundo, el año pasado la Fundación Andrew W. Mellon, que en parte dedica su programa de donaciones al cuidado del arte y el patrimonio, anunció la donación de 200,000 dólares para destinarlos exclusivamente para su conservación.
La otra cara de la moneda
Una situación distinta, una de reivindicación, es la del fresco “Unidad Panamericana”, la última obra ejecutada por Rivera en Estados Unidos al cierre de la Expo Internacional que tuvo lugar en la ciudad californiana entre 1939 y 1940.
El plan de la creación de la pieza era que, después de su ejecución a cielo abierto, ésta fuera instalada en la biblioteca del City College of San Francisco –que entonces llevaba el nombre de San Francisco Junior College–, pero la Comisión de Arte de San Francisco y la Junta de Educación recibieron percibieron posturas de inconformidad porque el mural contenía dos caricaturas de los líderes fascistas Adolf Hitler y Benito Mussolini, a un año de haber estallado la Segunda Guerra Mundial. Por esta razón, el mérito artístico de la obra de Rivera impidió su destrucción, como sucedió con el mural del Rockefeller Center, en Nueva York en 1933. Pero, eso sí, los 10 paneles que componen la “Unidad Panamericana” fueron embalados y guardados por un par de décadas.
No fue sino hasta 1961 que el mural finalmente se instaló en el novísimo teatro del City College, aunque durante su almacenamiento en Treasure Island uno de los paneles fue dañado por el hachazo de un bombero al tratar de controlar un incendio.
A mediados de 2021, después de tres años de planificación, la decena de paneles de “Unidad Panamericana” fue desmontada del City College y desplazada más de 20 kilómetros para exhibirse en el Museo de Arte Moderno de San Francisco (SFMoMA). De esta proeza participaron especialistas de la UNAM.
La pieza permanece en dicha institución cultural, pero en unos años volverá a su casa, el City College, sólo que a un edificio nuevo que será un complejo cultural con un espacio escénico que llevará por nombre Teatro Diego Rivera.
De acuerdo con la firma seleccionada para la construcción de su nueva residencia, el despacho LMN Architects, la obra se instalará en el vestíbulo del complejo y éste contará con una fachada de cristal que permitirá admirar el trabajo de Rivera sin siquiera entrar al edificio. Se espera que el proyecto esté concretado en el 2027.
Con información de The Art Newspaper y The San Francisco Standard.
El Economista