Aunque la narcocultura ha resurgido en las últimas décadas, es un movimiento que lleva sumergido en la sociedad mexicana desde, al menos, los años 40.
“Soy el jefe de jefes, señores/Me respetan a todos niveles”, es una de las frases más simbólicas de, quizás, uno de los corridos más famosos de los últimos tiempos, en voz del grupo regional mexicano Los Tigres del Norte, y cuyo género se ha convertido en lo más representativo de la narcocultura en México.
Esta canción, nacida en 1997, y que se especulaba va dirigida para narcotraficantes como Miguel Ángel Félix Gallardo, líder del Cártel de Guadalajara, Arturo Beltán Leyva, líder del Cártel de los Beltrán Leyva, o Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”, líder del Cártel de Juárez, busca mostrar valentía, poder y riqueza; las principales características de la narcocultura.
“La narcocultura evolucionó de una manera espontánea, con una producción masiva que mostraba la valentía, la extravagancia y el poder de las drogas, características que comenzaron a conquistar a los jóvenes. Como consecuencia, se volvió una gracia imitar a los capos de la mafia portando armas, exhibiendo joyas, y evidenciando poder”, definió Jesús Rubio Campos en una entrevista al Colegio de la Frontera.
Y es que, aunque la narcocultura ha resurgido en las últimas décadas, es un movimiento que lleva sumergido en la sociedad mexicana desde, al menos, los años 40.
El estilo de vida de los narcotraficantes, su lenguaje, vestuario, accesorios, entre otros aspectos, se han enaltecido de una forma masiva gracias a la fuerza de las redes sociales.
Edgar Morín Martínez, antropólogo por el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, sostiene que estas nuevas expresiones de la narcocultura en realidad no se tratan de un resurgimiento del movimiento, ya que no ha dejado de estar vigente desde hace mucho tiempo, no obstante, “lo que sucede ahora es que se ha vuelto otra vez mediático y se va expandiendo”.
El también escritor e investigador de temas como la juventud, música, cultura urbana, tatuajes, drogas ilícitas y violencia, describe esta expresión como el producto de la subcultura que la prohibición de las drogas trajo consigo y que se ha expandido al paso del tiempo en la medida que se ha industrializado.
“Es decir, parte de esa narcocultura pasa por la música, ahí lo podríamos ejemplificar con claridad con el corrido, pues es una expresión musical que tiene bastante tiempo, pero los corridos de narcotraficantes empiezan allá por los años 70; los Tigres del Norte, por ejemplo, que son artistas que graban discos y esos discos se producen , distribuyen y comercializan siguiendo las reglas del mercado, entonces esto genera una expansión y más recientemente el desarrollo de las redes del Internet”, detalló.
Sin embargo, no todo tiene que ver con la comercialización, explica Morín Martínez, ya que el que esta cultura sea consumida y aceptada por la sociedad, también se relaciona con una narrativa que vende ideas fantasiosas, del vivir al máximo y morir pronto, y la romantización de la vida criminal, que florece en la medida que el Estado ha perdido la capacidad de hacer narrativas que interpelen a distintos sectores de la población.
Edgar Morín sostiene que si desde el Estado se busca cambiar este contexto, se necesita más que un ambiente de prohibición y estigma. “El Estado tiene una responsabilidad por omisión, complicidad, indolencia, o miedo… La evidencia histórica lo que nos muestra es que la prohibición no resuelve las cosas y al contrario es una buena manera de promocionar al propio fenómeno. Se necesitan medidas obviamente mucho más creativas”, dijo.
El investigador social considera que la reproducción de este fenómeno, además de enaltecer la criminalidad, ha generado que se naturalice la narcocultura, haciendo que muchos jóvenes ingenua y románticamente consideren que es una forma viable de vida, que ya no están reducidas a sólo aquellos estados con problemas de narcotráfico como Sinaloa o a una región específica, pues ya son casi globales, con personajes exitosos como Peso Pluma, cantante en auge de los «corridos tumbados».
«Prohibido prohibir»
Según el diccionario de sociología del escritor Luciano Gallino, la narcocultura nació en el municipio de Badiraguato, ubicado en las sierras del estado de Sinaloa, donde se advierte también surgió el narcotráfico, se dice que su origen data a 1940, pero se estima que fue hasta 1960 cuando comienza un proceso de institucionalización dentro de la sociedad mexicana, está integrada por los mismos componentes que definen a una cultura; los sistemas de creencias, valores, normas, costumbres, definiciones.
Desde entonces y a la fecha, el crimen organizado se ha apoderado del 81% del territorio nacional, donde operan 175 grupos delictivos, señala una reciente investigación de AC Consultores.
En estos lugares, además de dejar violencia y muerte a su paso, los integrantes del crimen también suelen dejar sus expresiones culturales, las cuales, están sancionadas por la ley.
El Código Penal Federal señala en su Artículo 208 que al que provoque públicamente a cometer un delito, o haga la apología de éste, es decir, que enaltezcan por cualquier medio de difusión, de ideas o doctrinas al crimen o incite a cometer un delito o algún vicio, se le aplicarán de diez a ciento ochenta jornadas de trabajo en favor de la comunidad, si el delito no se ejecutará.
Sin embargo, el que esta prohibición se encuentre plasmada en la ley, no garantiza su sanción, y el propio gobierno lo expresa.
“Nosotros nunca vamos a censurar, pueden cantar lo que quieran. (…) Si quieren, que sigan escuchando todo. Prohibido prohibir, nada más que mucho cuidado, mucho ojo”, expresó recientemente el presidente Andrés Manuel López Obrador en su conferencia matutina del 26 de junio en referencia la difusión de la narcocultura y los corridos tumbados.
Y es que antes, el mandatario reconoció la influencia que han tenido algunos productos culturales que retratan la supuesta vida de narcotraficantes en la sociedad mexicana, mostrando su rechazo a las series, canciones y otros productos culturales que difunden el estilo de vida de narcotraficantes.
» Nada de que ‘el que se dedica a eso vive feliz’. No, eso es efímero. Todo eso que transmiten las series de las residencias donde andan los jefes y las muchachas, muchachos guapos, autos de lujo, joyas… Eso es falacia, fantasía. La otra cara de la moneda es el sufrimiento de los jóvenes y sus familiares”, dijo tres días antes López Obrador».
En este sentido, el mandatario resaltó que su Gobierno ha puesto en marcha una campaña contra el consumo de drogas, mientras que su plan para hacerle frente a la narcocultura sería no quedarse callado y recomendar 10 “rolas buenas buenas” para que las y los jóvenes escuchen en lugar de los corridos tumbados.
“Nosotros no nos vamos a quedar callados cuando dicen de que son buenas las tachas, y que tienen un arma calibre 50 y que son sus ídolos los narcos más famosos. Y ese tipo de corridos con esas letras. … Nada que música ‘buena ondita’ y de avanzada y rebelde. No. Eso no es la felicidad”, reiteró el presidente.
Vía: eleconomista.com.mx